Desasosiego

Con los datos de casos de COVID-19 que publicará el próximo lunes el Ministerio de Sanidad, probablemente sabremos si la segunda oleada de la pandemia en España ha entrado en una fase estacionaria o si todavía no ha tocado techo. Podremos intuir si estamos en el «pico» de la curva epidémica de casos diarios de la segunda oleada, que equivale al punto de inflexión de la curva de casos acumulados desde el inicio de la pandemia. Pueden suponerse tres escenarios.

El más favorable sería que ya se hubiera alcanzado el pico epidémico. En ese caso no hay que llamarse a engaño, ya que septiembre finalizaría con cerca de 740.000 casos y con entre 7.000 y 8.000 nuevos casos diarios. Esa sería la mejor noticia que se podría esperar. En el segundo escenario, con más probabilidades que el anterior, la curva epidémica evolucionaría en forma de meseta durante unas dos semanas. En esa situación, a fin de mes el total de casos acumulados estaría en unos 770.000, con entre 8.000 y 9.000 nuevos casos diarios. En el tercer escenario la curva epidémica seguiría creciendo, aunque a un ritmo inferior al actual, y septiembre finalizaría con un total acumulado de unos 820.000 casos y con más de 13.000 nuevos casos diarios.

               En resumen, para final de mes se puede pronosticar una horquilla de entre 740.000 y 820.000 casos acumulados, lo que significa que, con el último dato disponible cuando se escriben estas líneas (603.167 casos el 14 de septiembre), nos esperan entre 137.000 y 217.000 nuevos casos hasta fin de mes. Estas cifras son una tragedia que produce vértigo, ya que van a suponer que se disparen las hospitalizaciones, los enfermos en UCI y los fallecimientos. A consecuencia de todo ello, cada vez serán necesarios más rastreadores, más test y mayores recursos médicos, y se producirán más daños a la economía y al empleo. Como ya he escrito en anteriores ocasiones, ojalá estos cálculos estén equivocados y a final de septiembre podamos decir, al estilo de la retórica gubernamental, que el coronavirus ha sido derrotado.

Esta semana Pedro Alonso, escribía en Twitter que «Predecir el futuro es siempre un ejercicio arriesgado y lleno de incertidumbre. Sin embargo, sería sorprendente si en las próximas semanas no vemos un aumento notable de casos graves y muertes asociadas (directa e indirectamente)». Alonso es un prestigioso epidemiólogo español que dirige el Programa Mundial de Malaria de la OMS y que el lunes fue entrevistado en RNE. Su diagnóstico de la situación está en las antípodas del edulcorado relato oficial: «No hemos aprendido nada de la primera oleada del virus. España exhibe las peores cifras del mundo. No se han puesto medidas para evitar la situación calamitosa que estamos viviendo». También ha criticado la política de comunicación: «Seguimos sin tener datos fiables en tiempo real», y ha lamentado la falta de consenso político: «La mayor desgracia sanitaria se ha convertido en una materia de lucha política, cuando lo que tenían que hacer es aunar a las mejores mentes de la sociedad alrededor de un reto como España nunca ha enfrentado en los últimos 100 años. Es un fallo sistémico de país que deberíamos corregir». En esencia, lo mismo que llevan diciendo desde hace meses numerosos expertos de primer nivel a los que no se les ha hecho ningún caso.

               Produce desasosiego comprobar día tras día la infausta gestión de la pandemia que se está realizado en España. Entre las excepciones figura el Principado de Asturias, que ya destacó por sus resultados en la primera oleada y ha demostrado en la segunda que no es tan difícil hacer las cosas a tiempo y bien. Junto con Asturias, aunque a distancia, están Galicia, la Comunidad Valenciana y Andalucía. Curiosa simetría entre dos comunidades gobernadas por el PSOE y dos por el PP. Al virus no se le frena con siglas políticas, ni con ideología, ni con eslóganes, ni ocultando la realidad… Se le vence cuando te adelantas al virus, anticipando las respuestas de contención, y se le vence con ciencia, rigor y profesionalidad, no con marketing político.

               Aún produce mayor desasosiego comprobar la insolencia de una política informativa que pretende deformar la realidad hasta extremos inimaginables. Se presume -como ejemplo de buena gestión- de que somos uno de los países que más test realiza. No obstante, Corea del Sur, donde no presumen de realizar muchos test, es quizá el país que mejor ha gestionado la pandemia. Con cinco veces menos test por millón de habitantes que España, sus resultados están en otro orden de magnitud: 90 veces menos muertos por millón que España y 30 veces menos casos por millón. Si el escritor portugués Fernando Pessoa aún viviera, podría añadir a su Livro do Desassossego un capítulo dedicado a la pandemia: «Ficciones de interludio, cubriendo el marasmo y la desidia de nuestra íntima incredulidad».

15 de septiembre de 2020

Este artículo fue publicado originalmente el 19 de septiembre en la edición de la Safor del LEVANTE-EMV.

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