Decía Simone Weil que la política se ha entendido, durante siglos, como una técnica orientada a alcanzar y conservar el poder. Sostenía que «el poder no es un fin en sí mismo» y que «por su naturaleza y esencia, constituye únicamente un medio». Weil comparaba el papel del poder en la política con el de un piano en la composición musical. Un compositor necesita un instrumento musical para crear melodías, pero una vez que ya dispone de él, su tarea consiste en componer. «Hemos incurrido -decía Weil- en el error de confundir la fabricación de un piano con la composición de una sonata».
Casi un siglo después de las reflexiones de Weil sobre el poder y su función instrumental, Pedro Sánchez recurrió a una metáfora menos poética, para destacar la relevancia de los Presupuestos Generales del Estado: «Un gobierno sin presupuestos es como un coche sin gasolina». Esta declaración, realizada en febrero de 2018 durante una reunión del comité federal del PSOE, tenía por objetivo instar al entonces presidente Mariano Rajoy a presentar los presupuestos generales. Sánchez enfatizó que «sin presupuestos, no hay nada que gobernar», ya que su elaboración es la «primera y principal obligación» de un ejecutivo.
La situación actual dista mucho de la perspectiva que Sánchez defendió con acierto hace siete años. Desde diciembre de 2022 no se han aprobado en España unos Presupuestos Generales y el de 2026 ni siquiera se ha presentado al Parlamento. Si aplicáramos la doctrina de Sánchez, en nuestro país no habría «nada que gobernar» desde enero de 2024.
Sin embargo, gobernar se gobierna, pero no siempre con sentido. Como el propósito supremo es la conservación del poder, la gestión pública descuida los objetivos genuinos que los ciudadanos esperan de la política. Se genera una alteración de prioridades institucionales, ya que resulta más urgente dominar el discurso y «ganar el relato» que abordar los desafíos sociales. Se presta más atención a cuadrar la aritmética parlamentaria, aunque sea intentando la cuadratura del círculo, que a impulsar una administración pública responsable que resuelva problemas.
La desconexión entre el poder y el propósito se traduce en una gestión pública que, lejos de armonizar, desafina en aspectos esenciales que inciden, sin encontrar una respuesta eficaz, en la calidad de vida y la seguridad de las personas. Así ocurre con las carencias en infraestructuras hidráulicas, la prevención de incendios forestales, el mantenimiento de la redes eléctricas, ferroviarias y aeroportuarias, o la falta de medios para combatir el crimen organizado.
La ineficiencia también afecta a cuestiones vitales, entre las que la vivienda es el caso más relevante. España tiene un importante déficit de viviendas sociales en comparación con la media europea, pero las políticas implementadas son limitadas e insuficientes. Se carece de un enfoque integral como el adoptado por Canadá en 2024, cuyo propósito es construir 3,87 millones de viviendas hasta 2031.
Aunque el PIB crezca, son demasiadas las cosas que no funcionan. Lo que sí que funciona, desde que Sánchez asumió la presidencia, es su empeño en mantenerse en el poder. Su doctrina política recuerda la paradoja del gato de Schrödinger: el estado de superposición. Su perspectiva ideológica varía según el observador, el momento o las necesidades parlamentarias… Pacta, se desdice, promete y rectifica, sin definir una línea nítida. Sánchez, como el gato de la paradoja, habita una zona de ambigüedad cuántica, donde la coherencia doctrinal no se define por la claridad, sino por la oportunidad y la conveniencia.
Mientras tanto, la caja sigue cerrada y el gato está simultáneamente vivo y muerto. Pero incluso cuando la caja parece entreabrirse, lo que emerge no es una melodía nítida, sino el sonido de un piano desafinado. Porque el poder, al igual que un instrumento musical, exige no solo ser poseído, sino afinado, cuidado, orientado hacia una composición armoniosa.
Gobernar sin visión, sin planificación, sin concordia entre medios y fines, no produce música: produce ruido… Y en ese ruido, entre la ambigüedad cuántica y la falta de partitura, se pierde la posibilidad de gobernar con sentido.
Gandia, 7 de octubre de 2025.
Publicado en la edición de La Safor del diario Levante-EMV, el 8 de octubre de 2025.